Le facilita al paciente una mayor autonomía, lo ayuda a sostener o restablecer los vínculos de su entorno, familiar, social, laboral, mediando, previniendo o acompañando las situaciones de roce que se presentan en su vida cotidiana, para favorecer así una red de contención familiar que no solo ayuda a su recuperación, sino que evita la cronificación y posterior estigmatización social. Cada paciente tiene una problemática diferente ya que lo particular de cada caso es lo que va a marcar la estrategia que va a planificar el profesional a cargo del tratamiento. Desde este punto de partida “de lo particular” salen las pautas de trabajo del Acompañante Terapéutico, las consignas a seguir, lo que puede o no hacer, los lugares donde va a concurrir el paciente acompañado por el mismo.