La importancia del acompañamiento terapéutico
“Las personas que han experimentado las mayores tristezas son las que siempre se esfuerzan más en hacer a otros felices, porque ellos saben en carne propia lo que es sentirse desolados y abatidos, y no quieren que nadie más se sienta así”.
Robin Williams
Hace unos años atrás me encontraba en la ardua tarea de decidir qué hacer con mi futuro, y que complicado me resultaba eso porque sabía que no querría hacer por el resto de mi vida algo que no me apasionara, por lo tanto tenía en claro que aquello a lo que me dedicara tendría que ser el ayudar a otros. Así que fui haciendo camino en los estudios universitarios y por cosas de la vida me encontré con el acompañamiento terapéutico que me mostro un paisaje encantador.
Descubrí poco a poco cuan útil es nuestra presencia para el otro, para ese paciente que busca salir a flote entre la terapia, para la familia que necesita un alivio, para la angustia o el miedo que ronda los días de quienes se sienten perdidos. Entendí que somos el lazo intermedio entre el psicólogo y el paciente brindando un panorama inmenso de lo que es la vida de quienes buscan ayuda y a quienes damos nuestra mano para sostener, somos esa herramienta útil para acompañar en la congoja y la batalla que se libra entre lo que pensamos, queremos y sentimos. Establecemos una comunicación confiable incluso para aquellos que son difíciles de entender en su silencio; teniendo la habilidad de leerlos, cuando sonríen tras la palabra, cuando las historias crujen corazones, cuando no hay ganas de nada e invade el silencio, el enojo o el rechazo de ese otro al que asistimos.
El acompañamiento terapéutico me demostró que lo que podemos hacer va más allá de una profesión; es lo humano que nos conecta con otras almas que necesitan luz y al mismo tiempo, incluso cuando creemos no poder, nos vemos iluminados con la creatividad de transformar un día gris en risas y ser el alivio de la pena. Hay muchísimo que podemos hacer y explorar para aprender, puesto que la vida misma es aprenderla constantemente en todas sus facetas y en cuanto se transforma, como la oruga que se oculta en el capullo para ser mariposa. Existe si la frustración pero como parte de nuestro camino y sin embargo, tenemos la paga más valiosa, la gratitud de quienes sonríen tras una batalla ganada sabiendo que la guerra sigue hasta lograr la fuerza de ser y florecer en medio del caos.
Ser acompañante terapéutico es una tarea importante y silenciosamente mágica porque sembramos en los terrenos más desérticos y con trabajo y fe logramos hacer florecer, a veces poquito, pero de gran valor para el que lo siente y para nosotros que acompañamos y vivimos este proceso tan lindo de iluminar oscuridades.
Y es por esto que sé que estoy en el camino que quiero estar, y espero seguir aprendiendo del mismo para continuar ayudando a otros, contribuyendo en el proceso de seguir creciendo y aprendiendo de cada historia, para hacer de cada una de ellas una posible feliz anécdota cómo un andamio que se coloca por un momento para que luego, con sus propias fuerzas, cada uno pueda seguir en su propio camino a la estabilidad.
Palabras de un paciente
Gisella Elízabeth Larrosa
Gisellarrosa3092@gmail.com